jueves, 15 de junio de 2017

La importancia de la cosecha de la sal en los paisajes salineros II.

La entrada de hoy forma parte de un artículo publicado en el número 25 de la revista Boletín Drosophila. El mismo será presentado en dos partes siendo ésta la segunda de ellas.



Las salinas de evaporación solar, ya sea en el litoral o interior continental, son humedales artificiales resultado de la actividad humana. Las técnicas y métodos empleados por la obtención de sal es ecológico y sostenible, asemejándose bastante a los de un ecosistema natural, con tendencia a cerrar el ciclo de materia y hacer eficientes los procesos internos, obteniendo un nivel prácticamente cero en la generación de residuos, devolviéndose al medio el agua dulce sobrante (Román López, E., 2014). En estas instalaciones se desarrolla un ambiente salino que permite la presencia de vegetación y fauna halófila, es decir, capaces de subsistir en medios salados.

Los estudios efectuados sobre las formas de vida halladas en las salinas muestran la existencia de tapetes microbianos, invertebrados como los crustáceos del género Artemia (más conocidos por aportar el característico pigmento que da el color rosado a los flamencos), la mosca de las marismas, el coleópteros Ochthebius Glaber, así como anostráceos, cnidarios, nematodos, copépodos, cladóceros, tubelarios y moluscos gastrópodos. En cuanto a la flor se encuentra la Sosa Jabonera, el Coralillo, la Salicornia, la Sosa Salsola y la Sosa Atriplex y gramíneas como el Limonio Limonium, el Fenás Puccinellia y la Pelosa Polypogon. A la existencia de estas formas de vidas halófilas se asocian aves como los flamencos, las avocetas, las cigüeñuelas y los chorlitejos (Hueso, K., 2009) (fig.2).

FIG. 2. Flamencos en la salina de San Pedro del Pinatar.


Fuente: Pixabay.com, 2017.

Hablamos por tanto de un paisaje que adquiere mayor valor e importancia cuando lo hallamos en el interior continental, donde sería impensable encontrar una fauna y flora más propia de zonas próximas a la costa de mares u océanos. Las salinas, como humedales artificiales que son, dependen de que la actividad productiva que dio a su origen se mantengan en unas condiciones constantes, haciendo del medio un espacio habitable para las especies halófilas. Por tanto, la desaparición de la actividad provocaría la dulcificación del agua y la paulatina transformación y desaparición del ecosistema.

El equilibrio que, durante siglos se mantuvo de forma constante en estos paisajes salinos, fue interrumpido en la década de los cincuenta del pasado siglo. En estas fechas tiene lugar un proceso de modernización del sector salinero en todo el mundo provocado por una industria que demanda mayor cantidad a menor precio. Bajo las nuevas exigencias del mercado y, ante la incapacidad competitiva de las pequeñas salinas vinculadas al ámbito rural, se produce el paulatino cierre y abandono de dichas instalaciones. Estas circunstancias pusieron en peligro todo el patrimonio cultural y natural representado por los paisajes de la sal.

Pero en las últimas décadas estamos asistiendo a un proceso de revalorización de los paisajes de la sal a través de la recuperación de la producción artesanal. Por una parte, las instituciones públicas han visto en la puesta en valor de este patrimonio un potencial elemento de recuperación de las economías rurales más deprimidas. Por otro lado los consumidores vienen, desde hace tiempo, demandando una sal natural, libre de aditivos químicos y cuyo método de producción sea respetuoso con el medio ambiente. Unido a este último argumento medioambiental se sumaría una legislación proteccionista hacia los paisajes salinos, convertidos muchos de ellos en Espacios Naturales (fig.3).

FIG. 3. Parque Natural Salinas de Santa Pola.


Fuente: Pixabay.com, 2017. Nota: Estas salinas comenzaron su actividad a finales de siglo XIX, hasta que en 1988 la Generatitat valenciana transformó las 2.570 Ha en Parque Natural.

En ese sentido, cada vez es más fácil encontrar en las estanterías de tiendas especializadas, mercados, supermercados y grandes superficies sal artesanal procedentes de cualquier territorio del planeta. Una sal que no sólo es beneficiosa para nuestro organismo sino que, a través de su consumo, estamos ayudando y colaborando en el mantenimiento de un valioso ecosistema. A demás muchas de éstas proceden de Parques o Espacios Naturales que forman parte de las rutas migratorias de aves.


Por ello, después de todo lo argumentado, es lo por lo que se sostiene que el mantenimiento de la producción de sal mediante los métodos tradicionales y, por supuesto su consumo, garantiza la subsistencia de los paisajes salineros.

REFERENCIAS.
HUESO, K. 2009. Los paisajes ibéricos de la sal. 2. Humedales salinos de interior. Asociación de Amigos de las Salinas de Interior, Guadalajara, 167 p.
KURLANSKY, M. 2003. Sal: Historia de la única piedra comestible. Península, Barcelona, 489 p.
MACÍAS, A. 2004. Las marismas y las salinas, comparación de paisajes. En: Salinas de Andalucía. Consejería de Medio Ambiente Junta de Andalucía, Sevilla, pp.98-99.
MARTÍNEZ, D. 2016. El cloruro de sodio o sal común. En: La puesta en valor de las salinas de interior en Andalucía. El proyecto de Valcargado (Utrera). [Trabajo final de Máster inédito]. Universidad Hispalense, Sevilla, pp. 24-34.
MEMÉNDEZ, E. 2008. Las rutas de la sal. Netbiblo, La Coruña, 225 p.
ROMÁN, E. 2014. Clasificación y tipos de explotaciones de sal. En: Paisajes de la sal en Andalucía. [Tesis doctoral inédita]. Universidad Politécnica, Madrid, pp. 52-61.