La entrada de hoy forma parte de un artículo publicado en el número 25 de la revista Boletín Drosophila. El mismo será presentado en dos partes siendo ésta la primera de ellas.
El
objetivo del presente artículo es dar a conocer los motivos por los que la
producción o cosecha de sal es tan importante para la subsistencia de los
paisajes salinos, sobre todo para aquellos que, con motivo de la citada
actividad por parte del ser humano, ha modelado y dado lugar a un ecosistema
único como son las salinas de evaporación solar.
El
consumo de la sal, que ha llegado hasta nuestros días a través de los antiguos romanos
como sal común (Kurlansky, M., 2003),
siempre ha acompañado al ser humano como un elemento esencial para la
subsistencia del organismo, puesto que interviene en multitud de procesos
nerviosos, en el desarrollo del proceso digestivo, en el transporte de nutrientes
y oxígeno, la actividad de los músculos o en el mantenimiento de la presión osmótica
del interior de tejidos y células. Pero también como un recurso de valor
estratégico fundamental para el desarrollo de comunidades, pueblos y Estados a
través de su aplicación en actividades agrogranaderas, artesanales, conserva y
elaboración de alimentos, como medio de pago y financiación del Estado mediante
impuestos, en rituales religiosos o tratamientos médicos (Martínez, D., 2016).
En
un primer momento el ser humano accedería a ella mediante su recolección en
zonas donde la precipitación de la misma hubiese tenido lugar de forma natural.
Tal es el caso de los salares, ramblas saladas, en las orillas de ríos y lagos
salados, así como en la costa de cualquier mar u océano. No obstante, cuando
las sociedades se hacen más numerosas y sus economías mucho más complejas, la
demanda de sal aumenta y con ello la necesidad de pasar a la producción o cosecha de la misma.
La
arqueología y los testimonios documentales antiguos nos ha mostrado
rudimentarios procesos consistentes en arrojar salmuera a hogueras para forzar
su precipitación sobre los restos vegetales, o el calentamiento de esas
salmueras en recipientes cerámicos que, una vez cristalizado su contenido, son
rotos para obtener bloques de sal. Cuando lo que interesa es obtener la mayor
cantidad posible de sal, como ocurre en sociedades agrogranaderas y comerciantes,
son las minas de sal y las salinas de litoral o continental los métodos
empleados para su obtención (fig.1).
FIG.
1. Salinas de Maras Cusco en Perú.
Fuente:
Pixabay.com, 2017. Nota: Esta salina
de interior fue creada por los castellanos a mediados de siglo XVI. Desde
entonces hasta hoy continúa vigente su actividad salinera.
En
este caso el objeto de estudio son aquellas salinas que, aprovechando salmuera
procedente de manantiales o el mar, dan lugar a un extenso y complejo circuito
de balsas donde a través de la radiación solar y la energía eólica consiguen en
poco tipo gran volumen de sal.
REFERENCIAS.
HUESO, K. 2009. Los paisajes ibéricos de la sal. 2. Humedales salinos de interior.
Asociación de Amigos de las Salinas de Interior, Guadalajara, 167 p.
KURLANSKY, M. 2003. Sal: Historia de la única
piedra comestible. Península, Barcelona, 489 p.
MACÍAS, A. 2004. Las marismas y las salinas,
comparación de paisajes. En: Salinas de
Andalucía. Consejería de Medio Ambiente Junta de Andalucía, Sevilla,
pp.98-99.
MARTÍNEZ, D. 2016. El cloruro de sodio o sal
común. En: La puesta en valor de las
salinas de interior en Andalucía. El proyecto de Valcargado (Utrera).
[Trabajo final de Máster inédito]. Universidad Hispalense, Sevilla, pp. 24-34.
MEMÉNDEZ, E. 2008. Las rutas de la sal. Netbiblo,
La Coruña, 225 p.
ROMÁN, E. 2014. Clasificación y tipos de
explotaciones de sal. En: Paisajes de la
sal en Andalucía. [Tesis doctoral inédita]. Universidad Politécnica,
Madrid, pp. 52-61.
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