La entrada de hoy forma parte de un artículo publicado en el número 25 de la revista Boletín Drosophila. El mismo será presentado en dos partes siendo ésta la segunda de ellas.
Las
salinas de evaporación solar, ya sea en el litoral o interior continental, son
humedales artificiales resultado de la actividad humana. Las técnicas y métodos
empleados por la obtención de sal es ecológico y sostenible, asemejándose
bastante a los de un ecosistema natural, con tendencia a cerrar el ciclo de
materia y hacer eficientes los procesos internos, obteniendo un nivel
prácticamente cero en la generación de residuos, devolviéndose al medio el agua
dulce sobrante (Román López, E., 2014). En estas instalaciones se desarrolla un
ambiente salino que permite la presencia de vegetación y fauna halófila, es
decir, capaces de subsistir en medios salados.
Los
estudios efectuados sobre las formas de vida halladas en las salinas muestran
la existencia de tapetes microbianos, invertebrados como los crustáceos del
género Artemia (más conocidos por aportar el característico pigmento que da el
color rosado a los flamencos), la mosca de las marismas, el coleópteros Ochthebius
Glaber, así como anostráceos, cnidarios, nematodos, copépodos, cladóceros,
tubelarios y moluscos gastrópodos. En cuanto a la flor se encuentra la Sosa Jabonera,
el Coralillo, la Salicornia, la Sosa Salsola y la Sosa Atriplex y gramíneas
como el Limonio Limonium, el Fenás Puccinellia y la Pelosa Polypogon. A la
existencia de estas formas de vidas halófilas se asocian aves como los
flamencos, las avocetas, las cigüeñuelas y los chorlitejos (Hueso, K., 2009) (fig.2).
FIG.
2. Flamencos en la salina de San Pedro del Pinatar.
Fuente:
Pixabay.com, 2017.
Hablamos
por tanto de un paisaje que adquiere mayor valor e importancia cuando lo
hallamos en el interior continental, donde sería impensable encontrar una fauna
y flora más propia de zonas próximas a la costa de mares u océanos. Las
salinas, como humedales artificiales que son, dependen de que la actividad
productiva que dio a su origen se mantengan en unas condiciones constantes,
haciendo del medio un espacio habitable para las especies halófilas. Por tanto,
la desaparición de la actividad provocaría la dulcificación del agua y la paulatina transformación y desaparición
del ecosistema.
El
equilibrio que, durante siglos se mantuvo de forma constante en estos paisajes
salinos, fue interrumpido en la década de los cincuenta del pasado siglo. En
estas fechas tiene lugar un proceso de modernización del sector salinero en
todo el mundo provocado por una industria que demanda mayor cantidad a menor
precio. Bajo las nuevas exigencias del mercado y, ante la incapacidad
competitiva de las pequeñas salinas vinculadas al ámbito rural, se produce el
paulatino cierre y abandono de dichas instalaciones. Estas circunstancias pusieron
en peligro todo el patrimonio cultural y natural representado por los paisajes
de la sal.
Pero
en las últimas décadas estamos asistiendo a un proceso de revalorización de los
paisajes de la sal a través de la recuperación de la producción artesanal. Por
una parte, las instituciones públicas han visto en la puesta en valor de este
patrimonio un potencial elemento de recuperación de las economías rurales más
deprimidas. Por otro lado los consumidores vienen, desde hace tiempo,
demandando una sal natural, libre de aditivos químicos y cuyo método de
producción sea respetuoso con el medio ambiente. Unido a este último argumento
medioambiental se sumaría una legislación proteccionista hacia los paisajes
salinos, convertidos muchos de ellos en Espacios Naturales (fig.3).
FIG.
3. Parque Natural Salinas de Santa Pola.
Fuente:
Pixabay.com, 2017. Nota: Estas
salinas comenzaron su actividad a finales de siglo XIX, hasta que en 1988 la
Generatitat valenciana transformó las 2.570 Ha en Parque Natural.
En
ese sentido, cada vez es más fácil encontrar en las estanterías de tiendas
especializadas, mercados, supermercados y grandes superficies sal artesanal
procedentes de cualquier territorio del planeta. Una sal que no sólo es
beneficiosa para nuestro organismo sino que, a través de su consumo, estamos
ayudando y colaborando en el mantenimiento de un valioso ecosistema. A demás
muchas de éstas proceden de Parques o Espacios Naturales que forman parte de
las rutas migratorias de aves.
Por
ello, después de todo lo argumentado, es lo por lo que se sostiene que el
mantenimiento de la producción de sal mediante los métodos tradicionales y, por
supuesto su consumo, garantiza la subsistencia de los paisajes salineros.
REFERENCIAS.
HUESO, K. 2009. Los paisajes ibéricos de la sal. 2. Humedales salinos de interior. Asociación de Amigos de las Salinas de Interior, Guadalajara, 167 p.
KURLANSKY, M. 2003. Sal: Historia de la única piedra comestible. Península, Barcelona, 489 p.
MACÍAS, A. 2004. Las marismas y las salinas, comparación de paisajes. En: Salinas de Andalucía. Consejería de Medio Ambiente Junta de Andalucía, Sevilla, pp.98-99.
MARTÍNEZ, D. 2016. El cloruro de sodio o sal común. En: La puesta en valor de las salinas de interior en Andalucía. El proyecto de Valcargado (Utrera). [Trabajo final de Máster inédito]. Universidad Hispalense, Sevilla, pp. 24-34.
MEMÉNDEZ, E. 2008. Las rutas de la sal. Netbiblo, La Coruña, 225 p.
ROMÁN, E. 2014. Clasificación y tipos de explotaciones de sal. En: Paisajes de la sal en Andalucía. [Tesis doctoral inédita]. Universidad Politécnica, Madrid, pp. 52-61.